Pocas veces el estallido de un conflicto fue tan
previsible como el de la que se llamó la Gran
Guerra y que, tras cuatro devastadores años, cambió la faz del Mundo.
Y pocas
veces, también, una calamidad como lo es la guerra fue tan aplaudida, y no
solamente por generales belicosos y políticos ineptos, sino por el pueblo mismo
que había de nutrir los batallones, regimientos y divisiones que se
enfrentarían.
Mucho
había en el imaginario colectivo de la romántica estampa de regimientos
engalanados y de sonoros nombres; de la pretérita gloria cosechada en los heroicos
tiempos de antaño, cuando los ejércitos de Federico el Grande o de Napoleón
ganaban guerras tras una o dos batallas brillantemente ejecutadas.


Pero para
llegar a ese momento , y para comprender el sentimiento de chauvinismo o de
patriotismo exagerado e irresponsable que animaba a las poblaciones, parece
obligado conocer las motivaciones o los puntos de fricción que condujeron a la
catástrofe.
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Guillermo II |
La
desaparición de la escena política de Otto Von Bismarck, verdadero árbitro de
Europa, podría definirse como el hito más significativo del proceso que
llevaría a la guerra. Relevado de sus obligaciones por el joven Káiser
Guillermo II en 1890 su política de pactos y alianzas, cuyo supremo objetivo
era aislar a Francia, saltó hecha añicos por las veleidades imperiales
(conocidas en su conjunto como Weltpolitik
o política mundial) del nuevo
soberano.
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Bismarck |
A partir
de este suceso, que será clave, se puede analizar el proceso por países:
-Gran
Bretaña. La potencia mundial dominante presentaba contenciosos con
prácticamente todas las potencias del Continente (y aún con los Estados Unidos
aunque no es relevante para el caso), a saber:
Con Rusia
en el Indostán por las pretensiones rusas de acceder a un mar sin hielos (el
océano Índico) y la determinación británica de preservar la joya de su imperio:
la India.
Con
Francia en África por la hegemonía colonial, cuyo corolario fue la Crisis de
Fachoda de 1898.

-Francia: Dueña
de buena parte de África y con una sólida posición internacional, la patria de
Voltaire llevaba cuatro décadas reclamando la devolución de Alsacia y Lorena,
ocupadas por Prusia (luego Alemania) en la guerra de 1870, y cuyo contencioso
enquistó las relaciones entre los dos países hasta el extremo de convertirse en
una excusa válida para la guerra. A eso había que sumar las injerencias
alemanas en Marruecos, con la crisis de Agadir y la visita del Káiser a Tánger
en pleno proceso de constitución del protectorado franco-español.
-Rusia: La
gran potencia eslava aspiraba a serlo en todo el orbe balcánico arrogándose el
papel de protectora, tal y como había hecho antaño facilitando la independencia
de Bulgaria frente a su tradicional enemigo turco. Esta aspiración, empero, la
hacía chocar con el Imperio Austro-Húngaro que, con Bosnia recién anexionada,
buscaba ampliar sus territorios en la península a costa de Serbia.
Asimismo,
y dado el apoyo alemán a Austria-Hungría y al Imperio Otomano, convertido casi
en estado-cliente de Berlín, las relaciones germano-rusas se habían deteriorado
hasta el punto de propiciar el acercamiento, insólito por otra parte, entre la
Rusia autocrática y la Francia republicana.
A grandes
rasgos este era el cuadro europeo de 1914. Dos grandes bloques, a saber la
Triple Alianza (1882) entre Alemania, Austria-Hungría e Italia; opuesta a la
Entente Cordiale (1904) franco-británica convertida luego en Triple
Entente(1907) con la incorporación de Rusia.
Llama la atención, desde luego, la habilidad
alemana para poner de acuerdo a rivales ancestrales que pasaron por alto sus
diferencias ante el peligro, real o imaginario, que Berlín representaba para
ellos. La obra de Bismarck, que garantizó cuarenta años de paz en Europa, fue
liquidada y ni tan siquiera su creación fue lo que él concibiera pues, a la
postre, pesó más en Italia el deseo de completar su Unificación reclamando los
territorios que juzgaba suyos en poder austríaco antes que las alianzas que la
ligaban con Berlín y Viena.
Nadie,
pues, estuvo libre de culpa. El júbilo que acompañaba a los desfiles y a las
bandas militares duró lo que la ilusión de que la guerra acabaría en dos
semanas. Luego pasó el tiempo pero la guerra continuó...
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