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lunes, 8 de julio de 2013

EL DÍA EN QUE EL SUR PERDIÓ LA GUERRA: La toma de Vicksburg

Es una creencia generalizada relacionar la batalla de Gettysburg (1 a3 de Julio de 1863) con el punto de inflexión de la Guerra Civil Americana y el inicio de la marcha de la Unión hacia la victoria.

Pero si bien es cierto que Gettysburg fue el punto final a los intentos de la Confederación de llevar la guerra a los estados del Norte, que supuso la pérdida de hombres irreemplazables y que acabó con las esperanzas de los rebeldes de que Francia y Gran Bretaña les reconociese como nación independiente; no lo es menos que el verdadero descalabro para el Sur se materializó un día después a muchos kilómetros de allí, en concreto en las riberas del mítico río Mississippi y en el estado del mismo nombre, en una ciudad considerada una fortaleza inexpugnable y conocida como el "Gibraltar del Sur": Vicksburg.

Situada en la confluencia de los ríos Mississippi y Yazoo y, asimismo, un importante nudo ferroviario, la ciudad constituía un emporio del comercio basado en el algodón y el tabaco y, fundamentalmente, fluvial. Por su situación constituía en buena medida la llave del río que inmortalizara Mark Twain con sus inolvidables creaciones de Tom sawyer y Huckleberry Finn y cuyo control ya había sido considerado como indispensable para ganar la guerra.

El "Plan Anaconda"
Efectivamente en 1861, recién iniciadas las hostilidades, el anciano general Winfield Scott, héroe de la guerra de México y por aquellas fechas el militar más veterano, y reputado, de su país pronosticó que la guerra sería muy larga y que solamente una estrategia a largo plazo por parte de la Unión, basada en buena medida en su superioridad industrial y demográfica, podría garantizar la victoria. Esta estrategia, diseñada por el mismo Scott, recibió el nombre de "Plan Anaconda" y preveía un bloqueo de las costas de los estados rebeldes y el control absoluto del río Mississippi.
Winfield Scott

Pero la euforia de los primeros días de la guerra y la prevalencia de una memoria militar basada en las fulgurantes campañas napoleónicas (y que obviaba conflictos tan largos y sangrientos como la reciente Guerra de Crimea o las interminables campañas de la Unificación Italiana) arrinconó las valiosas lecciones del viejo maestro y se confió la suerte la guerra a una serie de batallas brillantes y decisivas que pondrían fin al conflicto en pocas semanas (opinión por cierto compartida por buen número de personas de los dos bandos).

Y hubo batallas, sí, pero ninguna decisiva y esas pocas semanas se convirtieron en muchos meses; las bajas eran de miles en cada encuentro, hubo que recurrir al alistamiento obligatorio en una sociedad que nunca lo había padecido, los recursos invertidos en la guerra eran cada vez más cuantiosos pero no había visos de victoria por ninguno de los dos bandos.

U.S. Grant
Y de este modo empezó a verse con claridad que las palabras del viejo general, que sus ideas de una guerra larga y costosa, eran lo más próximo a la realidad que se había dicho hasta entonces. Y si realmente se habían dado pasos en esa dirección con la captura de Nueva Orleans y de Baton Rouge (Louisiana) remontando el Mississippi, a mediados de 1862, y las tropas de la Unión estaban firmemente asentadas en Tennessee y continuaban presionando hacia el Sur, aún faltaba asegurar el control del río y el obstáculo último era, precisamente, Vicksburg.

Otro hombre, que desde otro ángulo, había llegado a la misma conclusión que Winfield Scott era el flamante (nombrado en Octubre de 1862) jefe del Ejército Federal de Tennessee Ulysses S. Grant.

Grant, que había logrado cierta notoriedad tras la captura de Fort Henry y Fort Donelson (Tennessee) a principios del año 1862 proporcionando así dos victorias de entidad para la Unión; pese a que el teatro de guerra occidental era considerado secundario respecto al oriental por razón de que las capitales de los bandos en liza se encontraba en este último; se había dado cuenta que el control del río era vital pues así rompería en dos a la Confederación y aislaría tres estados rebeldes a saber Texas, Arkansas y Louisiana del resto con el quebranto que supondría para aquella la pérdida de los recursos ganaderos y agrícolas de los dos primeros.

Concienzudo y obstinado, Grant no era un estratega como el propio Winfield Scott ni un organizador como George Brinton McClellan pero contaba con los recursos y, lo que es más importante, con la determinación de emplearlos pues estaba convencido de que solamente una victoria total y absoluta podría restaurar la Unión de forma duradera. Vicksburg era la clave y él la tomaría.

Las operaciones en aquél escenario fueron una sucesión de acciones terrestres y fluviales en medio de lluvias torrenciales y de calor atroz que se prolongaron durante nueve meses. La terca resistencia de la ciudad, cuya defensa estaba confiada al general John C. Pemberton, un nordista de Pennsylvania que había abrazado la causa del Sur, convirtió el asedio en una terrible experiencia para los sitiadores y fue una muestra de a lo que Grant estaba dispuesto para conseguir el triunfo. Sus detractores, que le acusaban de alcohólico (cosa por lo demás cierta), intentaron desacreditarle ante Lincoln con este argumento mas el presidente los rechazó uno a uno basándose en que era un general que luchaba y que vencía (algo que no podían decir todos sus camaradas del teatro de guerra oriental).



Pero si los atacantes sufrían para los defensores era aún peor. Las provisiones de boca se reservaban para los combatientes y pronto desaparecieron de la ciudad las ratas (los perros y los gatos hacía tiempo que habían sido despachados por los hambrientos civiles). El cerco a la ciudad se estrechaba conforme caían los puntos estratégicos de la defensa: Grand Gulf, Champion Hill...

John C. Pemberton
 Los confederados, privados de auxilio del exterior, sin víveres, medicinas y aún municiones, aguantaron lo indecible hasta que el 4 de Julio de 1863, una fecha capital en el espíritu norteamericano, coincidiendo con la publicación en la prensa del Norte de la derrota de Lee en Gettysburg, Pemberton se rendía ante Grant. Cuarenta mil soldados confederados habían sido puestos fuera de combate frente a diez mil federales pero el golpe de escindir a la Confederación fue muy superior a cualesquiera otras consideraciones y supuso, muy acertadamente, que se convirtiera en el día en que quedó fijado el rumbo de la guerra.


El colofón de este episodio fue el ascenso de Grant y su traslado al teatro oriental como jefe de las fuerzas terrestres de la Unión. Aplicando sus principios de derrota total del enemigo y con subordinados como William T. Sherman, que daría una nueva dimensión a la palabra Destrucción, iniciaría un camino que acabaría el 9 de Abril de 1865 con la rendición de Lee y la virtual derrota de la Confederación.