Si el siglo XVIII contempló el fin de los principales
imperios coloniales en América, el siglo siguiente fue el de la conquista de África
y el de la sumisión de Asia a los designios de un mundo industrial ávido de
materias primas y de mercados y, también, de la ambición de reyes y de
políticos deseosos de que sus nombres figuraran en las páginas de la Historia a
la mayor gloria postrera de sus naciones.
Una verdadera
carrera colonial sacudió África, en donde se sumaron potencias emergentes como
Italia y Alemania; mientras que Asia parecía ser coto privado de Gran Bretaña y
Francia amén de las posesiones de Países Bajos, Portugal y España. Así, en
pocos años, prácticamente los dos continentes estaban en manos occidentales,
bien como colonias ordinarias o bajo la figura de protectorados que, las más de
las veces, no ocultaban sino una ocupación de
facto.
Pero hubo
varias notables excepciones. Viejos estados, y alguna creación artificial,
quedaron fuera de la égida de las potencias coloniales de la Era del Imperio
por diversas razones aunque, como veremos, existía un poderoso denominador
común: la rivalidad entre imperialismos expansivos y la necesidad de crear
"estados tapón" entre sus respectivos dominios.
En África,
desde que el Congreso de Berlín de 1885 diera luz verde a la ocupación efectiva
del continente, solamente cuatro estados vieron el amanecer del siglo XX como
entidades independientes, o al menos en apariencia:
República de Liberia |
El caso
más curioso es el de Liberia, fundada sobre las bases de colonias de ex
esclavos liberados y repatriados por sociedades abolicionistas. El territorio,
situado entre Sierra Leona y Costa de Marfil, fue adquirido por esas mismas
sociedades. En 1847 fue proclamada república independiente con capital en
Monrovia (en homenaje al presidente norteamericano James Monroe) aunque la
presencia en la zona del escuadrón africano de la Marina de los Estados Unidos
(US African Squadron), ocupado en tareas de supresión del tráfico de esclavos,
actuara también como mantenedor del protectorado que, de facto, ejercía Washington sobre la joven república.
Mehmet Alí |
Egipto fue
nominalmente un estado soberano durante toda la Era del Imperio si bien su
situación fluctuó desde potencia mediana en el Mediterráneo Oriental hasta
protectorado británico. Desde que Mehmet Alí (1769-1849) se independizara de la
égida del Imperio Otomano (aunque persistiesen lazos como la bandera común).
Canal de Suez |
Coronel Arabi |
Reino de Egipto |
Con Francia convertida en socio menor, pese a
que continuara con sus reivindicaciones sobre el país de los faraones hasta
principios del siglo XX, Gran Bretaña se convirtió en la potencia "protectora"
del país, sobre todo tras la fallida rebelión nacionalista del coronel Ahmed
Arabi en 1882. Después de la Primera Guerra Mundial, los británicos concederían
la independencia a Egipto en 1922, en forma de monarquía constitucional, como
fórmula para acallar al nacionalismo árabe que tanto había hecho por la causa
aliada y que, a la postre, se vio constreñido en sus reivindicaciones en el
Oriente Medio. En la práctica, sin embargo, Egipto nunca dejó de ser un estado
títere supeditado a la política de Londres.
Etiopía (también llamada Abisinia) fue también una excepción a la expansión colonial. Es llamativo el hecho de que fuese el único estado cristiano de África además de su tradicional aislamiento del resto del mundo. Salvo una expedición de rescate de rehenes efectuada por los británicos en 1868, y que el país actuara como contrapeso a la rebelión mahdista del vecino Sudán entre 1884 y 1898, escapó a las apetencias europeas hasta la irrupción en el escenario colonial de Italia. Como estado joven recién unificado, la política exterior de Roma clamaba por la posesión de colonias africanas como signo de poder, y más prosaicamente como mercado. Entre 1895 y 1896 Italia trató de conquistar el país desde sus bases en Eritrea. La derrota italiana en Adua (Adwa) aseguró la independencia etíope durante otros cincuenta años. En 1935-1936 una nueva invasión italiana convertiría al país africano en la última colonia europea en el continente. |
Marruecos
preservó su independencia durante todo el siglo XIX a pesar de que la guerra
contra España de 1859-1860 hacía presagiar una repetición del caso de Argelia,
penetrada por Francia lenta pero inexorablemente desde la década de 1830.
Prim en Tetuán |
Mas la alta política salvó al sultanato alauí
de convertirse en colonia o protectorado, al menos durante un tiempo. Y es que
a Gran Bretaña no le hacía ninguna gracia que la orilla meridional del estrecho
de Gibraltar cayera en manos de una potencia europea, aunque menor, que llegado
el caso pudiera aliarse con otra de mayor rango (Francia obviamente) anulando
así la estratégica posición de la Roca. Asimismo Francia, entregada como estaba
a la conquista de Argelia, no quería competidores, ni aún de vecinos, en un
hinterland que reclamaba ya como propio.
La cañonera Panther en Agadir |
Habría que esperar a 1912, con Gran Bretaña y
Francia, saldado ya el pleito egipcio, y en plena efervescencia de la Entente Cordiale y con el temor, muy
real, a que Alemania penetrara en Marruecos ( dados el incidente del Panther en Agadir y la visita del Kaiser
Guillermo II a Tánger) para que Marruecos pasase a formar parte de la esfera francesa del Norte de África. La condición que puso Londres, algo irrenunciable para su política exterior, fue que la zona del estrecho no se asignara a Francia sino a una potencia menor, desvinculada de alianzas y de nulo peso diplomático en Europa. La agraciada no fue otra que una España todavía escocida por el desastre de 1898, cuyos gobernantes vieron como una forma de resarcirse y, que obtuvo un territorio duro y poco productivo y unos habitantes aún más duros cuya resistencia daría lugar a una guerra que duraría quince años y que haría caer a un rey.
Imperio Cherifiano de Marruecos |
La Entente Cordiale vista por los colonizados |
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