Graduado en el puesto número 35, de los
treinta y cinco examinados en Junio de 1861 en la Academia Militar de los
Estados Unidos de West Point, logró más fama y honores que cualquiera de sus compañeros
más aventajados.
Valeroso, extravagante, líder nato, mal
táctico gran jinete y pésimo estudiante, buen compañero y mal subordinado. Este
es el retrato que puede dibujarse de una leyenda de la Era del Imperio llamada
George Armstrong Custer.
Nacido en Ohio en 1839, logró ingresar en la
Academia Militar de los Estados Unidos de West Point en 1857. Como estudiante
dejó bastante que desear, no solo en el plano académico sino fundamentalmente
en el disciplinario (al parecer solamente destacó en equitación). Pero tuvo la
inmensa fortuna, algo de lo que siempre alardeo, de que se produjese la
secesión de los estados del Sur, y la subsiguiente guerra civil, hecho que supuso que quedaran las suficientes vacantes entre los
cadetes como para graduarse en junio de mil ochocientos sesenta y uno en el
puesto número 35 de una promoción de 35 hombres. La suerte, inclusive, le
permitió tomar parte en la primera gran batalla de la guerra, la primera Bull
Run el 21 de julio del mismo año aunque no lograse tomar parte en el combate.
Mayor General Pleasanton |
Durante el resto de 1861, y hasta mediados de 1863, se
desempeñó, con el grado de capitán interino, como ayudante del general George
McClellan, el sobrevalorado primer jefe del Ejército Federal del Potomac; y del
combativo general Alfred Pleasanton, al mando del cuerpo de caballería del
Ejército del Potomac. Este último detectó en Custer a un líder nato; un oficial
capaz de dirigir hombres a la lucha, lo bastante bravo como para encabezar él
mismo los ataques y lo suficientemente popular entre la tropa como para
seguirle allá donde fuera. No lo dudó y promovió a su subordinado al empleo de
brigadier general de voluntarios (un grado interino) en un momento en el que la
caballería confederada, con líderes tan sobresalientes como JEB Stuart, John
Hunt Morgan y Nathan Bedford Forrest superaba con mucho a la federal. Así, el
29 de Junio de 1863, con tan solo 23 años, George Custer se convirtió en el más
joven general de la Historia de los Estados Unidos.
Mélee en Hanover |
Guión personal de Custer |
Y la suerte parecía sonreírle pues unos días después tuvo
lugar la decisiva batalla de Gettysburg (1-3 de Julio de 1863). Aunque Custer
no participase en las acciones más destacadas de la misma sí tuvo ocasión de
lucirse en dos acciones menores, Hanover y Hunterstown, al mando de una brigada
de voluntarios de Michigan, los más tarde célebres Wolverines, frente a la no menos famosa Black Horse Cavalry del bizarro JEB Stuart.
Los confederados fueron
rechazado y pronto se fabricó la leyenda popular, alimentada por él mismo
naturalmente, del joven general de rizada cabellera (al parecer en homenaje al
mariscal Joachim Murat, del Primer Imperio Francés, a quien admiraba) y
uniformes cuajados de entorchados que encabezaba las cargas con un absoluto
desprecio del peligro. Si para la opinión pública del Norte había surgido un héroe
al que admirar, no es menos cierto que los mandos de la Unión podían felicitarse
por su elección.
Custer continuó mandando a sus Wolverines durante el resto de la guerra alcanzando (en 1865) el
grado de mayor general de voluntarios (interino) y cosechando éxitos en el
Ejército del Potomac. En el interin tuvo tiempo de contraer matrimonio con
Elizabeth Libbie Clift Bacon a
principios de 1864.
Al final de la guerra, en la primavera de 1865, siguió un
periodo aciago para Custer, más hombre de acción que otra cosa, al mando de
fuerzas de ocupación en Texas. Y peor fue la pérdida de sus rangos interinos y
la vuelta al escalafón del pequeño ejército de posguerra como capitán. Un
intento de obtener una excedencia para unirse a la caballería de Benito Juárez,
a la sazón jefe del gobierno republicano de México en lucha contra las tropas
del emperador Maximiliano, sostenido por la Francia de Napoleón III se vio frustrado por el deseo de Washington de evitar complicaciones con la guerra
recién acabada. Asimismo, rechazó el mando de uno de los nuevos regimientos de caballería
encuadrados por soldados negros.
Pero la suerte le seguía acompañando y un regalo, llamado
7° de Caballería de los Estados Unidos, le llego a tiempo para participar en la
campaña contra los cheyennes que dirigiera su antiguo camarada de armas, el
mayor general Winfield Scott Hancock en el verano de 1867.
Pronto se crearía un nuevo mito sobre Custer, mas esta
vez surgiría de entre aquellos a quienes combatía (cheyennes, sioux...) y no en
la forma de gallardo héroe como en la guerra civil sino en la vergonzante
figura de un exterminador de mujeres y niños, tal y como sucedió en Río
Washita, en Noviembre de 1868, donde buen
número de no combatientes cheyennes, arapahoes y sioux (lakota) fueron
masacrados sin piedad. Como por una burla del destino, el jefe cheyenne Black Kettle, que sobreviviera a la
terrible matanza de Sand Creek cuatro años antes no escapó esta vez.
William F. Cody Buffalo Bill |
De este modo, si
bien al principio le llamaron "General Cabellos Largos", bien pronto
sería más conocido como el "Asesino de Esposas". Pero en el Este su
fama seguía incólume y las acciones punitivas del 7° se magnificaban a la par
que se elevaba a Custer al Olimpo de los forjadores del Oeste de los Estados
Unidos junto a figuras como Buffalo Bill, Calamity Jane o Wild Bill Hickok.
Paradójicamente pese a haber sido un cadete indisciplinado en West Point,
dirigió a su regimiento con mano de hierro, su buena estrella le libró de una
corte marcial por abandono del puesto sin permiso.
La pujanza de una nación en expansión, empero, con
oleadas de emigrantes buscando una vida nueva en las tierras del Oeste,
surcadas ahora por las vías del ferrocarril empujaba a los nativos a defender
su forma de vida ante la evidencia de que los tratados firmados con Washington
se convertían en papel mojado y el tamaño de las reservas del gobierno se
reducía en la misma proporción en que arribaban nuevas remesas de colonos. Muchos se marchaban de las reservas y pueblos
y facciones antaño enfrentados se unían
en la creencia de que solo así podían hacer frente a los blancos. De hecho, la
campaña de 1876 se proyectó con la idea de reintegrar a las reservas a
aquellos, llamados comúnmente hostiles.
Toro Sentado |
Caballo Loco |
En aquella primavera varias columnas de tropas federales
convergieron hacia los santuarios de los irreductibles en lo que hoy son las
dos Dakotas, Montana y Wyoming y que entonces recibían el poético nombre de
Territorio Indio. Grupos de lakota,
miniconju y oglala (comúnmente llamados sioux) mas cheyennes y arapahoes se
concentraron bajo el liderazgo de un guerrero de la talla de Tasunka Witko (Caballo Loco) y del
chamán Tatanka Iyotanka (Toro
Sentado).
Custer, a las órdenes del brigadier general Alfred Terry, dirigía a
su regimiento convencido de que una expedición rápida y audaz bastaría para
someter cualquier oposición. Como una constante en su carrera, su buena estrella
le dictaba inclusive deshacerse de cualquier elemento que pudiera retrasar su
avance relámpago por las llanuras de Montana. Así rechazó llevar consigo al
menos una ametralladora Gatling que, a buen seguro, podía haber contribuido a
que la Historia se escribiese de modo diferente, y al son de Garry Owen, su canción de marcha
favorita y virtual himno del Séptimo de Caballería, acudió a su cita con el Destino
mandando personalmente cinco compañías de su regimiento en un paraje conocido
como Little Big Horn.
No existen testimonios fiables (por cuanto lo que se
conserva procede de la tradición oral de los propios indígenas) de lo que allí
aconteció pero lo que sí es seguro es que Custer y su columna fue exterminada
hasta el último hombre. Había nacido una leyenda.
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