lunes, 9 de septiembre de 2013

HASTA EL ÚLTIMO NIÑO: La Guerra Grande de Paraguay.


Si ha habido un conflicto devastador (en proporción al número de habitantes y a la cantidad de víctimas) la Guerra Grande, también conocida por Guerra de la Triple Alianza merece un lugar señero en las páginas de la Historia aunque, por extraño que parezca, es uno de los menos conocidos.
       
Y es que los conflictos post-independencia en América del Sur (la mal y tercamente llamada América Latina) no parecen gozar de la atención de nadie excepto de quienes allí moran y, en lo que respecta a la Era del Imperio, solamente la terrible Guerra del Chaco (1932-1935), que implicó también a Paraguay, parece haber merecido alguna atención.
       
       Así pues es fácil que se conozca poco o nada de una guerra que duró seis años y que a punto estuvo de borrar de la faz de la Tierra a una nación (Paraguay) por la atroz aritmética de eliminar a todos y cada uno de sus naturales. Los paraguayos lucharon contra fuerzas muy superiores en un terrible antecedente de lo que habría de acontecer, muchos años y muy lejos de allí, en lugares como Stalingrado u Okinawa.
        
     En 1864 las naciones sudamericanas llevaban, como mucho, cuatro décadas caminando como entidades independientes con las dificultades derivadas de un proceso plagado de rivalidades, fronteras no definidas, y el chauvinismo inherente en estos casos. A ello habría que sumar la injerencia de la potencia neocolonial, Gran Bretaña, con grandes intereses comerciales en la zona e, igualmente, interesada en que la fragmentación territorial del Sur del continente americano, tan favorable a sus designios, no se alterase.
Francisco Solano López
        
     Paraguay, obtenida la independencia de España en la década de 1810, había seguido una deriva propia que la había mantenido alejado de las dos grandes potencias emergentes de la zona, a saber: el Imperio de Brasil y las Provincias Unidas del Río de la Plata (la futura República Argentina). Y a ello hubo de sumarse la figura del que fuera, durante veintiséis años, gobernante absoluto del país: Gaspar Fernández de Francia quien instauró un régimen cuasi autárquico basado en un total y desmesurado aislamiento.
        
     Este aislamiento, empero, había servido también para que Paraguay quedara fuera de la Esfera de Influencia británica en Sudámerica de modo que, asimismo, quedaba fuera de los círculos bursátiles y especulativos de la City de Londres. O, dicho de otro modo, Paraguay podía ser considerado el único estado auténticamente soberano de la región toda vez que se había independizado sin la "ayuda" de los empréstitos británicos y sin el concurso que los voluntarios de aquél país habían aportado en Perú, Venezuela, Chile o Argentina.
        
      De tal guisa, muerto Francia, accedió a la presidencia Carlos Antonio López, a quien sucedió su hijo Francisco Solano López. Si el padre se había empeñado en modernizar el país y abrirlo al comercio exterior, creando un emporio basado en la exportación de productos agrícolas, pero aferrado a una legislación proteccionista que gravaba sobremanera las importaciones (pero que era la vía para crear una industria autóctona, tal y como habían hecho los Estados Unidos); el hijo no le fue a la zaga de modo que para la década de 1860 Paraguay, sin deuda externa ni tratados comerciales preferentes que castrasen su desarrollo, era un modelo de expansión económica.
        
Infantería Paraguaya
      Cierto es que la fuerte estatalización del país, herencia de la época de Francia y de la oligarquía familiar que le sucedió, daba poco o ningún crédito a las libertades civiles; y que López y su hijo actuasen como auténticos déspotas (ilustrados, eso sí) podía aparecer como una aberración para los apóstoles del comercio libre y esta es, al parecer, una de las causas que condujeron a la casi desaparición de Paraguay.
        
Edward Thornton
      Si bien se considera que la injerencia de Paraguay en un proceso de rebelión interna en Uruguay (tomando partido por uno de los bandos) fue el detonante de la guerra, sumado a los inevitables (y muy habituales) litigios fronterizos entre estados jóvenes y cuya orografía no permitía una delimitación clara; no es menos cierto que el papel de Edward Thornton, embajador británico en Buenos Aires, dejó su impronta y un significativo documento al Foreign Office expresaba la "necesidad" de que una "Invasión Extranjera" (sic) llevase al "ignorante" pueblo paraguayo los beneficios del comercio libre.
        
      Sea como fuere la guerra estalló y lo que se preveía una campaña rápida para la coalición formada por Uruguay, Argentina y Brasil se convirtió en una guerra de exterminio que se prolongó desde finales de 1864 a principios de 1870.
        
      Y el término exterminio puede emplearse sin asomo de grandilocuencia porque lo que aconteció al pueblo paraguayo durante aquellos terribles años fue una verdadera catástrofe, tal y como lo cifra el hecho de que una población que se calculaba, aproximadamente en millón y medio de almas en 1864 quedase reducida a entre doscientas y trescientas mil, de las cuales el número de varones sería inferior a treinta mil.
       
       De lo terrible y cruenta que fue aquella guerra da fe que Solano López llegase al extremo de reclutar niños y su renuencia a poner fin a la guerra. Si bien se puede considerar su actitud como de resistencia al invasor y de dignidad ante la injerencia extranjera; no es menos verdad que la visión de un déspota, para el que la frase "Tras de mí, nada" sería un digno epitafio, no entendería de otra cosa que no fuese el triunfo o la muerte.
Niños soldados paraguayos.
        
      Y muerte es lo que sufrió Paraguay. Muerte y destrucción simbolizadas, tal vez, en la mal llamada batalla (el término exacto es masacre) de Campo Grande (o Acosta Ñú) librada el 16 de Agosto de 1869 entre cuatro mil paraguayos, en su mayor parte niños cuyas edades oscilaban desde los nueve a los quince años, y las madres de éstos, que no se sustrajeron de participar en el combate para proteger a sus vástagos; y veinte mil brasileños, muchos de ellos veteranos. Ocho horas aguantaron los paraguayos que, finalmente fueron barridos. No se concedió cuartel y centenares de críos fueron pasados a la bayoneta.
       
     Y, tal como suele suceder en estos casos, la guerra no acabó hasta que un embrutecido Solano López no encontró la muerte, junto a miembros de su gabinete, su propio hijo Juan Francisco Panchito Solano López, coronel de diecisiete años de edad, y una agotada masa de cuatrocientos combatientes en un paraje llamado Cerro Corá el 1 de Marzo de 1870.

        
     La reconstrucción de Paraguay, mutilado territorialmente por sus vecinos y esquilmado a base de reparaciones de guerra sangrantes, fue posible gracias a préstamos británicos. 


Tropas brasileñas
Campo Grande, visión idealizada.







2 comentarios:

  1. La guerra no fue ajena... pregunten a los Correntinos que la tuvieron largos meses en su territorio. Si fue inútil. Creo a la luz de la actualidad que sí. Pero opinamos por el resultado y debemos entrar en esa época y ver que pasaba allí. Opinar y condenar hoy es fácil. Pero opinar como lo hicieron Alberdi y José Hernandez en esa época es más valioso, porque estaban viviendo la actualidad de la guerra.

    Respecto a que si Paraguay tenía el primer ferrocarril, el primer telégrafo y las primeras fábricas, eso es un mito, porque se dice la verdad a medias. El primer ferrocarril lo tuvo un país que ya no existe, el estado de Buenos Aires (hoy parte de la Argentina Moderna, en 1851, y la Porteña comenzó a caminar en 1853. Pero Paraguay lo tuvo en 1858 como estado unificado fue el primero, aunque solo tenía 30 kilómetros de extensión y dos locomotivas (abuelas de las locomotoras) iba de Asunción a Paraguarí con una extensión a Cerro León, donde los Lopez tenían eso sí el mayor campamento militar sudamericano con capacidad para albergar 10 mil soldados movilizados. Este campamento lo comenzó a edificar Carlos Antonio Lopez en 1858 bajo el lema napoleónico: "si quieres la paz prepárate para la guerra", también edificó la fortaleza de Humaitá, y los fuertes de Curuzú y Curupaytí, luego famosos por ser usados en la Guerra a partir de 1865. También compró dos barcos del tipo monitor y construó variios lanchones artillados. En la aseria paraguaya construida en Humaitá por ingenieros británicos que también hicieron los fuertes, como el Coronel Tompson que dejó unas interesantes memorias, se fundieron varios cañones de gran volumen como el Cristiano hecho con el bronce de las campanas de las Iglesias. Paraguay tenía antes de la guerra un ejército de 30 mil hombres que durante el conflicto llegó a 60 mil para luego destruirse y ser destruido completamente. Todos estos preparativos los hicieron los presidentes López padre y López hijo, antes de la guerra pero los utilizó hasta la aniquilación por parte del enemigo, Solano López. Paraguay en una campaña relámpago tomó el Mato groso brasileño a fines de 1864 y la ciudad de Corrientes y luego toda la provincia del mismo nombre a principios de 1865. También tomó Uruguayana en territorio Brasileño y sus avanzadas llegaron cerca de Bella Unión en territorio uruguayo, aunque no entraron en ese territorio uruguayo. En 1866 las tropas de la Triple Alianza contra atacaron invadiendo el Paraguay cuando ya sus ejércitos habían evacuado Corrientes y se habían rendido en Uruguayana. Aquí empezó la etapa de la guerra en que a mi entender Argentina no debería haber entrado, pero el tratado secreto impidió que haga la paz por separado y la guerra siguió varios años bajo la batuta de Brasil y la tutela de Gran Bretaña. Creo que la historia hay que contarla toda, porque da más elementos para emitir un juicio, ya que los argentinos somos un pueblo instruido. No hace falta contar solo una parte para ocultar la otra, mejor la verdad aunque sea terrible.-

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  2. Respecto a la foto niños soldados paraguayos. Es de la guerra civil colombiana denominada de los mil días y terminada en 1899. En varios sitios figura como foto de niños soldados paraguayos pero es un error. Pablo Etchevehere historiador.

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