viernes, 6 de abril de 2012

SAMORY: La leyenda de un caudillo africano


El reparto de África, oficializado en el Congreso de Berlín de 1885, imprimió intensidad a los planes de penetración europeos en el continente toda vez que los acuerdos implicaban una ocupación efectiva de los territorios reivindicados.

En el caso de Francia la expansión por el llamado Sudán Occidental (un vasto territorio que se extendía hacia el interior entre el río Senegal y el lago Chad), chocó con la resistencia acostumbrada por parte de pueblos y estados que, hasta el momento, habían continuado con su existencia ajenos a las apetencias de las potencias europeas.

Tal fue el caso del Imperio Tukulor, el reino de Dahomey y, tal vez, el más claro ejemplo de cómo se identifica una causa con un nombre: Samory.

Samory Touré (c. 1830) era un producto del mestizaje de la zona, siendo su padre de la etnia dyula y su madre de procedencia mandinga. Aunque inicialmente se dedicó al comercio, la captura de su madre por parte de un señor de la guerra local le llevó a entrar al servicio del potentado como mercenario. Aquí se pusieron de manifiesto sus cualidades guerreras y, a semejanza de otro célebre líder africano, el legendario Chaka Zulú, se forjó una carrera militar gracias a las luchas intestinas entre clanes y facciones. Pronto se forjó una reputación, merecida, de buen táctico y mejor organizador de modo que a principios de la década de 1880 controlaba un territorio cuya extensión equivalía, aproximadamente, a la mitad de Francia.



Paralelamente a su actividad militar, Samory estableció contactos con los británicos en Sierra Leona con vistas a proveerse de armas de fuego pues ya en 1882 sus fuerzas habían sostenido un encuentro, si bien favorable, contra una expedición francesa. Asimismo se invistió de autoridad religiosa en un orbe predominantemente musulmán adoptando el título de Almamy (1884), que combinaba con el poder político.

A partir de entonces se entabló una relación ambivalente con Francia toda vez que parecía claro, y en el Congreso de Berlín quedaría ratificado, que aquellos territorios habrían de convertirse en el hinterland a partir de la costa de Senegal..

Con todo, Samory podía presumir de poseer el que, posiblemente, fuese el mejor ejército de la región nutrido de hombres fogueados en continuas campañas contra líderes rivales, con cuerpos diferenciados de infantería y caballería.Incluso contaba con herreros capaces de manufacturar y reparar armas de fuego de modo que, a diferencia de otros estados, su capacidad defensiva era elevada si bien nunca contó con una fuerza artillera. Esta carencia se volvería fatal con el devenir de los acontecimientos.

Gallieni
Ahmadu Seku
Entretanto la política colonial francesa, dirigida sobre el terreno por hombres tan eficientes como Joseph Gallieni, el futuro salvador de París, alternaba la acción militar con la diplomática, actuando según el principio de "Divide y Vencerás" y enfrentándose separadamente a sus enemigos acentuando las diferencias entre ellos con vistas a impedir la creación de algún tipo de frente unido contra los colonialistas europeos. De ese modo se logró que la enemistad entre Samory y el caudillo tukolor Ahmadu Seku fuese lo bastante duradera como para poder desmantelar el imperio tukolor antes de encarar decididamente a Samory.

Tirailleur y Spahi senegaleses
La guerra contra Samory, propiamente dicha, tuvo dos fases. Una primera, entre 1885 y 1886, que acabó con la firma de tratados y el reconocimiento del protectorado francés sobre su reino. La segunda, conocida como "Guerra de los Siete Años", fue donde se puso en circulación el apodo de Samory le Sanglant (Samory el Sanguinario) por más que las tropas coloniales francesas no se distinguiesen precisamente por sus actos de piedad. También, y eso dice mucho sobre el hombre, se le apodó el Bonaparte del Sudán, pues sus cualidades militares no podían menos que ser admiradas por los herederos del Gran Corso.
Samory, hábil como siempre, reaccionó al envite francés trasladando su reino a territorios más alejados de la zona de actuación de sus enemigos. Tras un corto impasse, las hostilidades se reactivaron en 1894. Esta vez la acción militar fue firme y decidida y no cejó hasta que en, septiembre de 1898, Samory fue capturado. Deportado a Gabón, fallecería dos años después a causa de una pulmonía. El hombre había muerto pero nacía la leyenda.





















No hay comentarios:

Publicar un comentario