sábado, 3 de septiembre de 2011

J.E.B STUART: El centauro del Sur



La Guerra Civil Americana fue uno de los conflictos más celebres de la Era del Imperio. Produjo un sinnúmero de líderes y soldados de renombre, como fue el caso que nos ocupa quien, durante la primera mitad de la guerra, dirigió la mejor caballería de los dos bandos aunque su arrojo eclipsara, en ocasiones, su pericia. 


James Ewell Brown (J.E.B.)  Stuart nació en Laurel Hill, condado de Patrick (Virginia), el 6 de Febrero de 1833. 
Graduado en el puesto número trece (de una promoción de cuarenta y seis) en 1854 sirvió sucesivamente en el Regimiento de Fusileros Montados y en el Primero de Caballería en el Territorio de Kansas donde adquirió su reputación de valiente luchando contra los indios. 


Adquirió notoriedad pública cuando, en Octubre de 1859 y como primer teniente, se convirtió en uno de los héroes (el otro era el por entonces coronel Robert E. Lee) de la supresión de la rebelión antiesclavista dirigida por John Brown, un abolicionista radical que había cimentado su reputación en la “mini guerra civil” entre esclavistas y abolicionistas en Kansas, y cuyo objetivo era provocar un levantamiento general de esclavos cuyo detonante debía ser la captura del arsenal federal de Harper’s Ferry (Virginia). 
Asalto a Harper's Ferry




Ascendido a capitán el 22 de Abril de 1861, renunció a su comisión al mes siguiente ante la perspectiva de que Virginia se separara de la Unión. El 24 de Mayo de 1861 recibió el nombramiento de capitán de la caballería de los Estados Confederados de América. Poco después, en Julio, y con la guerra inminente, fue promovido a coronel del Primero de Caballería de Virginia. En este puesto se hizo legendario cuando el 21 de Julio, en la primera gran batalla de la guerra, (conocida como Primera Bull Run por los federales y Primera Manassas por los confederados) lanzó a sus jinetes contra las fuerzas federales en retirada. Pronto se popularizaría su imagen de dandy de poblada barba con su sombrero decorado con una pluma de avestruz y llamaría la atención, rasgo peculiar en la época, su condición de abstemio. 






Nombrado brigadier general de la caballería confederada en Septiembre de 1861, con solo veintiocho años, ya llamaba la atención el esmero con que estaba entrenada su fuerza y su rendimiento en el campo de batalla. Aún pasaría mucho tiempo hasta que la caballería federal alcanzara el nivel de sus rivales. 


Agregado al denominado (oficiosamente aún) Ejército de Virginia del Norte sirvió durante la Campaña de la Península a las órdenes del general Joseph E. Johnston hasta que éste resultó herido de gravedad en la Batalla de Seven Pines (Mayo-Junio de 1862). Esta circunstancia hizo que el mando del Ejército de Virginia del Norte recayera en el general Robert E. Lee quien se rodeó de un selecto grupo de jefes que incluía a Thomas “Stonewall” Jackson, James Peter Longstreet, Ambrose Powell Hill y, cómo no, J.E.B. Stuart a cuya caballería atribuía Lee el papel vital de ser “los ojos y los oídos del ejército”.




Esta asociación de líderes darían lugar a resonantes victorias confederadas como la Segunda Bull Run (28-30 de Agosto de 1862), Fredericksburg (13 de Diciembre de 1862) y Chancellorsville (Mayo de 1863) empañadas, qué duda cabe, por el sangriento “empate técnico” de Antietam  (17 de Septiembre de 1862).En el transcurso de varias de estas acciones tuvieron lugar los célebres raids de la caballería de Stuart tras las líneas federales los cuales, si bien carecían de relieve militar, constituían una valiosa baza propagandística por cuanto contribuían a mantener la moral de victoria del Sur. Todo ello, además, le reportó el ascenso a Mayor General en Julio de 1862.



Por su audacia y su presencia Stuart era un héroe popular pero el aura de imbatibilidad creada en torno a su caballería quizás le hizo creer en su propia leyenda. Ello se tradujo en que, tras el primer revés que sufrieran sus fuerzas en Brandy Station (Virginia) el 9 de Junio de 1863, buscara la revancha descuidando su tarea más elemental, es decir, servir de “ojos y oídos” al ejército de Lee; precisamente en un momento tan delicado como el intento confederado de invadir el Norte buscando una batalla decisiva que garantizara el reconocimiento de la Confederación por parte de las grandes potencias europeas. Así, obsesionado por lavar la reputación de su caballería, y la de sí mismo, privó a Lee de la información que precisaba de tal suerte que el Ejército de Virginia del Norte vino a chocar contra el Ejército Federal del Potomac en un pueblecito de Pennsylvania llamado Gettysburg en una batalla que decantaría, definitivamente, el curso de la guerra a favor del Norte. Más aún, debió sufrir la humillación de ser derrotado por la caballería federal, que había mejorado notablemente su nivel de preparación, y donde destacó un joven general de su misma línea: George Armstrong Custer.

Pese a su actuación en Gettysburg Lee, benevolente y sin duda dolido por la derrota, le mantuvo en su puesto. Tuvo ocasión de distinguirse durante la Campaña de Wilderness (Mayo de 1864) protegiendo los accesos a Richmond (la capital confederada) de las incursiones de la caballería federal al mando del general Philip Sheridan. Precisamente, el 11 de Mayo de 1864, durante una escaramuza contra fuerzas federales en Yellow Tavern (Virginia), el general Stuart resultó mortalmente herido. Llevado a Richmond falleció allí al día siguiente después de, según la leyenda, rechazar un trago de whisky. Sus restos reposan en el Hollywood Cemetery de la que fuera capital de los Estados Confederados de América.


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