viernes, 30 de septiembre de 2011

EUREKA STOCKADE: Oro y revuelta al otro lado del Mundo


A principios de la segunda mitad del Siglo XIX Australia había dejado de ser una remota tierra, alojamiento de delincuentes arrojados de la metrópoli, para convertirse en una próspera colonia (aunque mejor sería hablar de colonias, como Queensland o Nueva Gales del Sur, dadas la inmensidad del territorio y la desigual cantidad de población del interior con respecto a la costa).

Una de las razones que impulsaron una masiva llegada de emigrantes a aquél remoto continente fue la misma que, desde 1849, convirtió California en una tierra de aluvión y creó el mito del forty-niner, el aventurero que marchaba en pos del sugerente grito de "Oro".

En efecto, en 1851 se descubrió oro en Victoria, en el extremo meridional de Nueva Gales del Sur y ello supuso que la afluencia de colonos se disparase. Hombres, y también familias enteras, acudieron a aquél nuevo El Dorado para empezar, los más de los casos, una nueva vida en una tierra llena de posibilidades.

Pero la realidad fue bien distinta y la vida en los campos mineros se caracterizaba por la extrema dureza de un trabajo agotador y un injusto sistema de licencias de excavación, que habían de ser renovadas mensualmente, y una administración lo bastante corrupta como para cometer desafueros de todo tipo amparándose en la autoridad que en ella delegaba la Corona.
Como es de suponer, tal situación no podía perpetuarse toda vez que muchos de los buscadores empezaban a protestar ante lo injusto de la situación y demandaban una mayor representación, ejemplificada en un sufragio no censitario como el que existía entonces, así como una reforma del sistema de licencias, entre otras cosas.

Mas las protestas eran reprimidas, al igual que en la metrópoli, por las bayonetas de los soldados de casaca roja en el entendimiento de que cualquier acción reivindicativa podía interpretarse como actos de sedición.




Por fin, en Noviembre de 1854 en el campo minero de Ballarat, unos diez mil mineros se lanzaron a protestar por la condena de tres compañeros acusados de rebelión. Hubo incidentes que implicaron a personal afecto a las autoridades lo que supuso la intervención del Ejército. Los mineros rebeldes, en respuesta, izaron la bandera de la Cruz del Sur, símbolo de unidad y se aprestaron a defender sus reivindicaciones.



Peter Lalor
El día 28 del mismo mes de Noviembre hubo un primer choque entre mineros y soldados, que se saldó con un muerto y varios heridos por parte de los últimos. El líder minero, Peter Lalor, ordenó entonces levantar una barricada en la llanura de Eureka, en la carretera que conducía a Melbourne.

Entre los sublevados se formaron unidades tan pomposas como la Brigada de Rangers de California y la Primera Brigada Americana de Fuslieros, integradas ambas mayoritariamente por mineros de procedencia estadounidense.

La barricada, una estructura circular de madera, fue convenientemente guarnecida y en su centro se izó la bandera de la Cruz del Sur. El primer día de Diciembre se anunció que había tropas en las cercanías y al siguiente, día 2, los soldados procedieron al asalto de la débil empalizada.

La refriega duró apenas unos minutos mas no estuvo exenta de sangre: un oficial y cuatro soldados resultaron muertos por treinta y cinco fallecido y entre cincuenta y sesenta heridos, entre los que se contaba el propio Lalor, por parte de los mineros.


La rebelión de los mineros de Ballarat fue rápidamente sofocada mas no así su espíritu. Las repercusiones políticas subsiguientes  dieron lugar a que el Parlamento de la colonia revisase la legislación en materia de minería; en el posterior juicio se absolvió a los inculpados y el propio Lalor fue posteriormente elegido miembro del Parlamento.

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