domingo, 1 de julio de 2012

LA CORONA FANTASMA: El Segundo Imperio Mexicano


  El origen del actual término América Latina, tan profusamente utilizado como incorrecto y vacío es su significado, se encuentra en un episodio de la Era del Imperio tan trágico como esperpéntico como lo fue el Segundo Imperio Mexicano.

Recién obtenida la independencia de España en 1821, y tras una breve experiencia monárquica en la persona de Agustín I de Iturbide, México se sumergió en una vorágine de luchas intestinas y dictaduras (Santa Ana) que  propiciaron la desmembración de su territorio con la secesión de Texas (1836) y la guerra contra Estados Unidos (1846-1848).

Benito Juárez
A la guerra contra su vecino del norte, que le costó al país azteca la mitad de su extensión territorial, siguió una nueva y convulsa etapa que culminó en la Guerra de la Reforma (1857-1861) entre conservadores y liberales donde se impusieron estos últimos. Como quiera que  durante el conflicto civil el bando derrotado había obtenido empréstitos de varias potencias extranjeras a saber: Gran Bretaña, Francia y España; los liberales, al mando del presidente Benito Juárez, anunciaron una suspensión de pagos de la deuda que el estado mexicano había contraído.

Las potencias afectadas por la medida de Juárez reaccionaron a la usanza de la época, es decir, enviando una fuerza militar para reclamar el pago de la deuda. A finales de 1861 una escuadra conjunta bloqueó Veracruz y desembarcó tropas al mando del español Juan Prim, héroe de Los Castillejos.

Si embargo bien pronto concluyeron británicos y españoles que el despliegue prolongado de tropas podía resultar más costoso, si cabe, que el pretendido cobro de una deuda que a aquellas alturas el gobierno mexicano no podía satisfacer. De tal suerte decidieron retirarse de la empresa dejando sola a Francia.

Napoleón III
Mas Francia, más bien su emperador Napoleón I, tenía sus propios planes y éstos no eran otros que instalarse en el continente americano como parte de una política de prestigio de la que ya se habían visto ejemplos en las guerra de unificación italiana o en Crimea. Precisamente fue Napoleón III quien acuñó el término América Latina  para justificar la presencia francesa, en clara oposición a la Doctrina Monroe  de "América para los americanos". Además la coyuntura parecía favorecer al emperador francés toda vez que los Estados Unidos, única potencia continental capaz de oponerse al expansionismo europeo en América, se hallaban inmersos en una guerra civil.

Pero la coyuntura internacional y la elección de un término tan vacío de significado, por cuanto venía a ningunear el papel español (y portugués) en el continente americano, no bastaban para camuflar una  ocupación en toda regla por lo que la propuesta de varios próceres del viejo Partido Conservador mexicano de que se estableciera una monarquía constitucional, bajo la protección francesa y el arbitrio de Napoleón III,  se acomodó perfectamente a los planes del francés. Era pues preciso encontrar un candidato, entre las casas reinantes europeas, dispuesto a aceptar la oferta.

Maximiliano I
Y el candidato no fue otro que Maximiliano de Habsburgo, hermano menor del emperador de Austria Francisco José. Maximiliano, que había exigido que su ascenso al trono se viese respaldado por la voluntad popular (no hay que olvidar que entre 1862 y 1863 el ejército francés estaba llevando a cabo una guerra de conquista con el apoyo, y esto se olvida a menudo, de fuerzas mexicanas favorables a su intervención). Un plebiscito de dudosa validez sirvió para que, en Abril de 1864, el austriaco renunciase a sus derechos sobre la corona de los Habsburgo y aceptase el trono mexicano.

La llegada a su nuevo país en Mayo de 1864, acompañado de su esposa Charlotte (que españolizaría su nombre a Carlota), hermana de Leopoldo II de Bélgica, debió constituir un timbre de alarma pues México estaba sumido en una guerra fratricida y solamente las bayonetas francesas parecían garantizar la viabilidad de la joven monarquía.



Zuavos en parada
La Legión Extranjera en Camerone


La resistencia de las fuerzas republicanas, muy superior a lo esperado y que asestara una grave derrota a las tropas francesas en Puebla [de Zaragoza] en Mayo de 1862, amén de la épica de la Legión Extranjera en Camerone (30 de Abril de 1863), degeneró en una pertinaz guerra de guerrillas que absorbía cada vez más recursos y más tropas. A los zuavos y legionarios extranjeros  se añadieron contingentes belgas (por la nacionalidad de la emperatriz) y austro-húngaros amén de las levas impuestas a la población mexicana. El mariscal Achille Bazaine, auténtico procónsul francés en México, hubo incluso de asumir personalmente el mando de sus fuerzas en Oaxaca en Enero de 1865 aunque para ese entonces parecía claro que la situación, lejos de mejorar, se encaminaba a un punto crítico toda vez que la guerra civil norteamericana parecía decantarse claramente por el bando unionista, principal sostén de la causa republicana mexicana.

De este modo, desde mediados de 1865, las fuerzas republicanas mexicanas empezaron a recibir con regularidad armas y pertrechos procedentes de los Estados Unidos de modo que estuvieran en condiciones de reiniciar operaciones de guerra convencional en tanto que las tropas imperiales empezaban a perder posiciones toda vez que Napoleón III, deseoso de evitarse complicaciones con Washington y preocupado ante una cada vez más emergente Prusia, empezaba a desentenderse de una aventura que le había salido muy cara. Además, el llamado Decreto Negro firmado por Maximiliano en Octubre de 1865, que permitía pasar por las armas a los republicanos capturados aumentó la impopularidad de un régimen a todas luces impuesto por más que contase con un significativo respaldo popular.

El Imperio, no obstante, se sostuvo hasta que Maximiliano, abandonado por todos salvo un puñado de tropas fieles (incluso su esposa se encontraba en Europa intentando recabar apoyos para su causa) fue capturado en Querétaro en Marzo de 1867.

Condenado a muerte, Juárez se mostro inflexible ante las peticiones de clemencia (el Decreto Negro pesaba demasiado), Maximiliano I fue fusilado en el Cerro de las Campanas de Querétaro el 19 de Junio de 1867 junto a los generales Miramón y Mejía.

El Segundo Imperio Mexicano había dejado de existir.



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